EL PRECIO DE LA WEB-CAM

Jessica Perdomo es una joven de 26 años de edad quien desde muy pequeña mostró su pasión por las cámaras y por la vida de la fama.

En su adolescencia esta mujer barranquillera buscaba que sus sueños se volvieran realidad, se presentó a diferentes castings persiguiendo el sueño de volverse una mujer famosa. Las cosas no se dieron como ella lo esperaba, un día una amiga le dijo que si quería ganar dinero de forma rápida y sencillo, ante la propuesta no pudo decir que no.

Cuando llegó en su primer día de trabajo con las ilusiones puestas de que se trataría de un personaje de actuación se encontró con un pequeño estudio ubicado en el norte de Bogotá, lo que sería su segundo hogar.

Su amiga Verónica le explicó el negocio e hizo una prueba en tiempo real conde Jessica pudo observar a lo que se tendría que dedicar, sus horarios y la forma de cobrar.

En ese momento la vida de esa mujer cambio drásticamente, al ver que su amiga se ganó en tan solo dos horas casi quinientos mil pesos solo por bailar sensualmente frente a una cámara y hacer una que otra cosa que le pedían sus clientes al otro lado de un computador.

Desde ese día Jessica inicio en el mundo de las Web Cam, por quien pagaban un caro precio cientos de extranjeros que navegaban en el internet.

Relata Jessica que el precio de su cuerpo en la internet era mucho más bajo que el precio que ha tenido que pagar en su vida por todo lo que ha tenido que pasar.

Asegura que a pesar de que no le falta dinero para arreglarse cada día, comprar ropa, gastar e invertir, ha pagado un caro precio por estar inmersa en la vida de una mujer que trabaja de cinco de la tarde a cuatro de la mañana ya que su público objetico no está en Colombia.

Su hija de tres años de edad, quien es su mayor adoración ha tenido que nacer sin un padre y sin una madre, pues el trabajo de Jessica no da tiempo para cuidar a un bebé en las noches, y el día es para dormir.

Sus ingresos semanales superan el millón de pesos, relata que hay semanas duras como otras muy buenas, en su negocio la inversión es para ella, mantenerse en forma, comer sano, ir al gimnasio cuando puede y estar siempre linda.

Afirma que aun y con todo ese dinero no es feliz, pues su mayor felicidad seria vivir junto al padre de la niña quien se aburrió y se fue de su vida por estar mostrando su cuerpo a otros hombres.

Hoy Jessica luce hermosa por fuera pero por dentro vive destrozada tiene dinero pero no felicidad, su trabajo ya es una adicción.

Por: William Luengas